“Nuestra escuela” significa continuar
los caminos de la autoevaluación institucional, poner palabras a lo que
hacemos, potenciar y mejorar la enseñanza. Cada jornada pretendió vislumbrar
situaciones referidas a prácticas áulicas, a instancias institucionales,
propias, situadas y particulares.
Resignificar los contenidos y
aprendizajes a la luz del diseño de los acuerdos institucionales, las
capacidades fundamentales para el desarrollo de situaciones potentes ocuparon
tiempo y momentos de profundo análisis y reflexión. Debates e intercambios
entre docentes con años de trayectoria en su tarea, con docentes que recién se
inician, haciendo del hoy, auténticos intercambios de diversas experiencias, que
convergen en nuestras prácticas escolares.
A lo largo de la capacitación de este
año, se abordaron diversos ejes interrelacionados que permitieron la
continuidad y profundización de estudio en el quehacer diario institucional:
capacidad de pensamientos crítico y creativo, orientación para la apropiación
del diseño, incorporación de las tics, sociedad cyber cultural, conocimiento
basados en las tecnologías de la información y comunicación, crecidos
digitales, paradigma educativo, redefinición de los roles de cada miembro,
pensamiento crítico: en la auto regulación y cuestionamiento de las perspectiva
de la enseñanza y validación del saber,
conocimiento de las creencias que poseen los alumnos sobre determinados
conocimientos adquiridos, entre otros. Puntos necesarios
para pensar la escuela en función de las nuevas infancias, del desarrollo de
las capacidades fundamentales, de las prioridades pedagógicas, para planificar y diseñar el acompañamiento,
trazando el terreno para auténticas prácticas de enseñanza.
También tiñeron los encuentros la socialización
de experiencia, “lo que pasa”, según la mirada de quién piensa y ejecuta planes con situaciones, que
conllevan la intención de movilizar y
causar el aprendizaje en los estudiantes. Por ello cada uno de los docentes
encontró un espacio para reivindicar las experiencias, dotarlas de
significatividad y a la vez, abrir puntos de convergencias. No faltaron
momentos para revisar y ajustar los acuerdos, dando lugar a las
tensiones, a la revisión de las divergencias en las perspectivas de cada grado,
de cada ciclo.
Todo ello, converge en la
necesidad de “detenerse” a realizar una Autoevaluación
Institucional, poner en discusión problemáticas singulares que se seleccionan
de dinámicas escolares cotidianas y con
ellas se pretende mejorar la enseñanza y reforzar nuestro proyecto
alfabetizador.